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Introducción y justificación
El porqué de esta exposición

A medida que avanzaba el año 2020, la expansión exponencial del coronavirus o la Covid-19 hizo aconsejable tomar medidas extraordinarias como la parada de todas las actividades que no fueran consideradas esenciales. Siguiendo las indicaciones del estado de alarma decretado por parte del Gobierno, el rector de la Universidad de Barcelona (UB) comunicaba la clausura de todos sus edificios e instalaciones el 14 de marzo. Y esta medida tan excepcional nos hizo recordar que la UB ya había vivido un episodio similar un siglo atrás, cuando la Gripe de 1918 obligó a la sociedad catalana a recluirse para protegerse de una pandemia.

 

El paralelismo entre una y otra situación nos hizo pensar en la necesidad de explorar la posibilidad de hacer una exposición que recogiera la información disponible sobre aquella desgraciada experiencia. Las condiciones de trabajo no eran las más adecuadas, porque los lugares de trabajo de los investigadores sociales (en nuestro caso, personal bibliotecario) son, básicamente, los archivos y las bibliotecas. Y todos estaban cerrados. De todos modos, quisimos seguir adelante con el proyecto adaptándonos a la realidad: formación virtual de un equipo de trabajo, puesta en común de las ideas, revisión del fondo bibliográfico relacionado con la gripe y adquisición de libros nuevos a través de la red, vaciado hemerográfico en línea, videoconferencias de seguimiento ...

 

La suma de horas de trabajo de todo el equipo han permitido finalmente presentaros esta exposición que veis a través de la pantalla, que no es tanto el fruto de una investigación -las condiciones no lo permitían- como un trabajo de síntesis basado en la consulta de prensa de la época, recursos en línea, y los pocos libros a los que hemos tenido acceso durante el confinamiento. Nuestra mejor aportación, como bibliotecarios que somos, ha sido ampliar nuestro fondo bibliográfico con recursos especializados sobre la pandemia.

Introducción histórica

En 1918, mientras millones de hombres de nacionalidades muy diversas combatían aún en la Gran Guerra, un conflicto que había alcanzado una dimensión verdaderamente global, se manifestó una pandemia letal que recibió el nombre de "gripe española".

 

El origen de la pandemia es incierto: si bien tradicionalmente se ha fijado en un fuerte de Kansas en marzo de 1918, las investigaciones más recientes han demostrado que la gripe ya estaba extendida en 1917 a prácticamente todos los campamentos militares norteamericanos que se habían preparado para el envío de tropas en Europa, si bien los primeros casos podrían ser aún anteriores. A pesar de las noticias que alertaban de que muchos soldados estadounidenses estaban enfermos, el presidente estadounidense Woodrow Wilson no quiso suspender los envíos de tropas porque consideró que sería perjudicial para la suerte de los países aliados y que había que evitar que la noticia fuera conocida por los países de la Triple Alianza.

 

La gripe se extendió primeramente por Francia y luego por el Reino Unido, Italia, Alemania, España y progresivamente todo el mundo, llegando a contagiar una parte muy numerosa de la población mundial total. La enfermedad provocaba fiebres, sensación de fatiga, vómitos y diarreas, dificultades para respirar, aceleración del ritmo cardíaco y dolores abdominales, y afectó sobre todo a adultos jóvenes en edades comprendidas entre los 20 y los 40 años.

 

Naturalmente, la pandemia representó un desafío para la ciencia y provocó una serie de remedios y recomendaciones médicas poco fiables, como una excesiva ingesta de aspirinas que hoy se consideraría contraproducente. Además, las autoridades fijaron medidas para evitar las aglomeraciones, se confinaron poblaciones, se cerraron centros educativos, se recomendó el uso de mascarillas y se reforzaron los efectivos policiales para mantener la vigilancia del seguimiento de las medidas. El impacto económico de la pandemia fue importante, ya que paralizó algunos sectores y redujo los flujos comerciales internacionales.

 

A pesar de los esfuerzos sanitarios y de las autoridades públicas para contener la pandemia en los distintos países, el número de víctimas mortales fue muy elevado: tradicionalmente se había estimado que entre 40 y 50 millones de personas murieron debido a la pandemia, pero como muchas víctimas no fueron contabilizadas debido a las limitaciones y medios de la época, actualmente se estima que murieron entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo, concentrándose buena parte de ellas en el otoño de 1918.

 

Algunos personajes principales del momento enfermaron por la gripe, tales como Woodrow Wilson, el emperador alemán Guillermo II o el primer ministro británico David Lloyd George, y también artistas como Edvard Munch. Otros personajes no tuvieron la suerte de sobrevivir: el economista y sociólogo Max Weber, el poeta francés Guillaume Apollinaire, el pintor Gustav Klimt o Edmond Rostand, autor del Cyrano de Bergerac, contaron entre los millones de víctimas de la pandemia.

 

Hacia 1920 la pandemia remitió, pero hasta la década de 1930 no se tuvieron estudios eficaces y hasta la década de 1940 no llegó una vacuna. De hecho, hasta bien entrado el siglo XXI se ha estado estudiando y reconstruyendo el virus causante de la gripe.

La gripe española: la mayor pandemia de la historia moderna. Biblioteca Nacional de España.

El virus desde el punto de vista médico

La epidemia de gripe de 1918 tuvo, durante muchos años, un origen incierto. Hoy día, sin embargo, se conoce que fue causada por un brote del género influenzavirus A, también conocido como gripe A. Los virus de la gripe A pueden agruparse en subtipos en función de los anticuerpos de Hemaglutinina (H) y de neuraminidasa (N) que generan en los pacientes infectados, el virus de la epidemia de gripe de 1918 perteneció al subtipo H1N1.

 

En general, todos los tipos de virus de la gripe presentan unas características de transmisión comunes: siguen patrones de estacionalidad -son más frecuentes en los climas templados durante los meses de invierno- y se contagian por medio de las secreciones respiratorias de las personas que tienen el virus en etapa aguda, sea directa o indirectamente -fómites-.

 

A menudo, sin embargo, por efecto de variaciones genéticas en los antígenos H y N, se origina un brote especialmente virulento que da lugar a una pandemia mundial que sobrepase los criterios de afectación y de estacionalidad de las epidemias de gripe comunes. Este fue el caso de la gripe de 1918.

 

En 2005, a partir de muestras de tejido pulmonar obtenidas en una fosa común del poblado de Brevig Mission en Alaska, se consiguió reconstruir el RNA completo del virus y replicarlo en un laboratorio de alta seguridad.

 

Este hecho histórico permitió conocer algunas características de la enfermedad que ocasionaba el patógeno, como el virus de 1918 se autorreplicaba mucho más rápidamente que la mayoría de gripes conocidas y también que tenía un nivel de letalidad muy superior. Entre las mortíferas particularidades del mismo hay que destacar su facilidad para producir un daño rápido y severo en los pulmones de sus huéspedes -ocasionando neumonías e inflamación del tejido pulmonar-.

 

De igual forma, mediante comparaciones del virus de 1918 con otros como el de la gripe estacional o con virus recombinados -mezclas del genoma de la gripe de 1918 con la gripe estacional- se pudo postular que los efectos devastadores de la pandemia de 1918 fueron causados ​​por una azarosa combinación de hasta 8 genes diferentes.

 

Introduccio
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